Desde que el presidente Andrés Manuel López Obrador inició la sucesión presidencial adelantada, uno de los nombres que estuvieron, y han estado siempre, como uno de los que más posibilidades tiene de ser el candidato presidencial de MORENA para los comicios del 2024, ha sido el del Canciller Marcelo Ebrard.
Y el sábado pasado en casi todos los estados del país, más de 100 organizaciones civiles y sociales salieron a las calles para anunciar su abierto apoyo a la candidatura de Marcelo Ebrard.
La movilización, sin duda, fue un éxito que superó lo que han hecho hasta la fecha tanto Claudia Sheinbaum como Adán Augusto López.
Marcelo es un personaje que posee una gran capacidad para ser empático con sus interlocutores, sean ellos de cualquier origen o nivel. Su manejo en redes sociales ha sido muy exitoso. Instagran y Tik Tok proyectan a un Marcelo relajado, comportándose como un ciudadano común, de una personalidad cordial, sin maquillaje de ningún tipo ni menos ediciones sobredimensionadas, y, sobre todo, muy cercano a la gente.
La movilización popular de apoyo a su candidatura presidencial por MORENA, se realizó dentro de las reglas que el presidente López Obrador ha marcado para los aspirantes.
El presidente oficia solitario, con una actitud explicablemente unipersonal, incompartible, en fin, el proceso de elegir a su sucesor, lo que es, sin duda, una de sus recreaciones favoritas de hacer política y de establecer con ello tanto el control como la conducción de la sucesión presidencial.
En materia de sucesión presidencial López Obrador, como en su tiempo lo hicieron Lázaro Cárdenas y Adolfo Ruíz Cortines, emite señales al respecto que, en ocasiones, hace pensar que el presidente nos está engañando con la verdad y que puede sacar a una “corcholata” distinta a los tres más mencionados (Sheinbaum, Ebrard y Adán Augusto) y salir como lo hizo Ruíz Cortines al destapar a Adolfo López Mateos, o más recientemente el recién fallecido Luis Echeverría, quien dejó crecer la idea de que Mario Moya Palencia era el favorito y finalmente eligió como su sucesor al entonces secretario de Hacienda, José López Portillo.
Pero en los tiempos de la 4T, ya el presidente López Obrador fijó las reglas del juego que deben seguir las “corcholatas”. Primero lealtad política, luego aceptar los criterios de selección que, hasta la fecha, ha marcado el primer mandatario al establecer como método una encuesta.
Los aspirantes se han movido con toda libertad.
Claudia Sheinbaum viaja, cada vez que tiene un pretexto para hacerlo, a los diferentes estados de la república. Y en esas visitas la reciben sus bien organizadas porras con el consabido grito de ¡presidenta¡.
Además, Claudia ya contrató los caros servicios del consultor y estratega político español Antoni Gutiérrez- Rubí para que le haga tareas similares a las que el mencionado consultor realizó para el recién electo presidente colombiano Gustavo Petro.
Adán Augusto López ha sido reforzado con personaje de reconocida habilidad política y de tener un respetable bagaje de relaciones como es el caso del ex vocero de AMLO, César Yáñez, quien ya le ha acercado a varios importantes jerarcas de la iglesia católica a su jefe.
Ambos, Claudia y Adán Augusto, tienen el mismo derecho que Ebrard de realizar, en sus muy personales estrategias, movimientos de apoyo a su proyecto.
Pero la verdad es que la movilización pro-Marcelo del sábado, causó más impacto que cualquiera de las últimas acciones que han hecho Claudia y el Secretario de Gobernación.
El presidente puso a Marcelo Ebrard en el juego y el Canciller ya abrió una estrategia de organización de una estructura nacional que lo mostró como un político profesional, lleva 40 años preparándose para ganar, que sabe que debe estar cercano a la gente.
Porque al presidente, Marcelo ya está muy cerca.
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