Desde hace más de una década, Vaca Muerta ha representado una esperanza para la golpeada economía argentina que no acaba de concretarse. El yacimiento de 30.000 kilómetros situado en la Patagonia hace de Argentina el segundo país con más recursos de gas de esquisto del mundo. Pero sacarlo y transportarlo ha demostrado ser una tarea compleja desde que comenzó a explotarse en 2012. Ahora, un nuevo acuerdo de inversión ha reavivado la ilusión de quienes esperan un despegue definitivo del yacimiento.
El ministro de Economía, Sergio Massa, anunció la semana pasada que había alcanzado un acuerdo con CAF- banco de desarrollo de América Latina* para financiar un gasoducto que facilitará las exportaciones a Chile y Brasil. “Serán 540 millones de dólares para construir el gasoducto La Carlota-Tío Pujio, el Reversal del Norte y las plantas compresoras”, informó el ministro en su cuenta de Twitter. La inversión, que será aprobada en marzo por el directorio de CAF, prevé la construcción de kilómetros de tuberías para transportar el gas de Vaca Muerta, en el oeste del país, hasta Santa Fe, en el noreste. Eso, dijo el ministro, aumentaría “las posibilidades de volúmenes de exportación de gas” a los países vecinos.
Según datos de la agencia Reuters, con estas obras el país espera poder revertir el déficit en la balanza energética de 5.000 millones de dólares registrado en 2022 y lograr un superávit de unos 12.000 millones de dólares en 2025. “Desde el punto de vista de las actividades productivas del país, obviamente desarrollar el potencial de Vaca Muerta es muy importante para la economía”, reconoce el vicepresidente de CAF, Christian Asinelli, en entrevista con América Futura. El funcionario destaca que la obra que financiará el organismo multilateral será beneficiosa para la integración energética de la región y reducirá la dependencia de Argentina de las importaciones actuales de gas boliviano y chileno.
Una “energía de transición justa”
“Con esta obra de infraestructura, lo que se está haciendo es conectar el gas de Vaca Muerta con un tramo de un gasoducto que va a permitir llevar el gas del sur del país al norte”, explica. Además, “con una serie de inversiones en cinco plantas de reconversión de gas”, se podrán unir esos gasoductos con Bolivia para el envío de gas a Brasil, por una parte, y por otra al norte de Chile. Según sus estimaciones, si todo sale como está previsto, la construcción de 132 kilómetros de cañerías y la reconversión de las cinco plantas que permitirían trasladar gas desde el norte de Argentina a Bolivia podría estar listo en menos de dos años.
Frente a las críticas de algunos sectores que consideran que el gas natural no es una energía limpia -ya que emite metano, uno de los gases que más aporta al cambio climático-, CAF defiende su uso como como una “energía de transición” hacia una matriz verde a través de procesos justos que beneficien a la población de la región. “Para países como la Argentina es una energía de transición justa”, apunta Asinelli. “Para América Latina y el Caribe, lo que nosotros necesitamos es buscar espacios que mejoren, desde el punto de vista ambiental, pero sin olvidarnos de la gente, de las necesidades, del crecimiento social y de la baja de la pobreza”, añade al señalar que en la región hay un “consenso distinto al de Europa” en temas energéticos.
“El gas para nosotros es una energía de transición que nos va a servir para alcanzar los estándares de los objetivos de desarrollo sostenible, pero a través de un proceso que sea justo para nuestros países, donde podamos utilizar nuestros recursos naturales bajando la cantidad de emisiones, o sea, dejando de utilizar plantas de carbón y utilizando el gas, que claramente es una energía que contamina mucho menos. No es el objetivo final, pero es el camino que nos puede llevar hacia una transición que nosotros llamamos justa, donde lo humano y lo social tampoco se olvida”, añade.
Asinelli reconoce que quienes hacen políticas públicas tienen que encontrar un balance entre beneficiar a las poblaciones, cuidar a las personas y tomar las decisiones correctas para cuidar el medio ambiente, una tarea que, dice, “a veces no es fácil”. En ese sentido, el funcionario de CAF destaca que la decisión de invertir en Vaca Muerta se ha tomado después de analizar los estudios previos de impacto ambiental y que los desembolsos se irán haciendo conforme avance la obra: “Creo que este proceso de utilizar el gas como una energía de transición, si se hace bien, va claramente a traer más el desarrollo, que es lo que buscamos”.
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