Durante la reciente cumbre entre la Unión Europea y los países de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), se generaron desacuerdos en torno al grado de condena a Rusia por su guerra en Ucrania, revelando ciertas grietas entre ambas regiones. A pesar de intensas negociaciones y dos días de cumbre para fortalecer los lazos tras ocho años de inactividad, los líderes no lograron alcanzar una posición unánime de rechazo a la invasión rusa liderada por Vladímir Putin.
Nicaragua, con vínculos con el Kremlin y un historial autocrático de graves violaciones a los derechos humanos, bloqueó los intentos de incluir referencias a una condena total y trató de sabotear la declaración. Sin embargo, quedó aislada, ya que otros 59 países suscribieron una comunicación algo atenuada para la UE, pero con menciones a Ucrania. El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, expresó que se sentía satisfecho por haber cumplido con su deber.
Aunque la guerra en Ucrania no era el tema principal de la cumbre, diseñada para revitalizar los lazos políticos y comerciales entre ambos continentes, terminó siendo un punto crucial. Puso de manifiesto que la UE y América Latina tienen posturas divergentes respecto a la invasión, su resolución y sus efectos.
También evidenció que Nicaragua, aunque otros países como Cuba y Venezuela se resguardaron detrás de ella, se encuentra cada vez más aislada. Incluso antes de la cita en Bruselas, las víctimas del régimen de Daniel Ortega instaron a los líderes latinoamericanos y europeos a unirse para aumentar la presión sobre Managua.
“Un acuerdo entre países no es algo menor cuando uno solo impide un acuerdo formal entre todos”, resaltó el primer ministro portugués, António Costa, al término de la reunión en Bruselas. Para la CELAC, un grupo de 33 países muy diverso y sin estructura organizativa, firmar una declaración final no era esencial. Sin embargo, para la UE sí lo era, tal como lo subrayaron los líderes de las instituciones comunitarias y el presidente español, Pedro Sánchez, quien ostenta la presidencia semestral del Consejo de la UE.
Finalmente, se logró sortear la situación construyendo una declaración de consenso sin la participación de Nicaragua. Los Veintisiete rebajaron su lenguaje habitual y expresaron “profunda preocupación” por la guerra en lugar de rechazo o condena, algo que no satisface a todos los europeos. “No se dejen seducir por la propaganda de Rusia”, reclamó el presidente de Lituania, Gitanas Nauseda, en sus redes sociales tras intervenir en la reunión. “Rusia no es la víctima, sino el agresor. Ucrania está defendiendo su derecho a la libertad, pero también el orden internacional basado en reglas”, añadió.
La mayoría de los países de la CELAC respaldaron la resolución de la ONU que exigía el “cese de hostilidades” en Ucrania en los primeros momentos de la guerra. En ese entonces, Nicaragua votó en contra, mientras que Bolivia, Cuba y El Salvador se abstuvieron. Sin embargo, en un entorno donde impera la unanimidad, resultó imposible obtener un rechazo unánime a la invasión, la cual está teniendo repercusiones globales. Además, la falta de estructura de la CELAC ha obstaculizado y ralentizado las negociaciones, según fuentes comunitarias.
Además del conflicto en Ucrania, hubo otros puntos de fricción en la cumbre, especialmente para Brasil, que buscaba mayor claridad y compromiso en la financiación de medidas contra la crisis climática, así como la inclusión de referencias contra el extractivismo de materias primas. El expresidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, manifestó una posición neutral sobre Ucrania y durante el foro empresarial paralelo a la cumbre criticó los efectos de la industria de defensa en la crisis climática.
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