El presidente Nayib Bukele ha anunciado un movimiento sin precedentes en la lucha contra las pandillas en El Salvador. Más de dos mil presuntos pandilleros que estaban encarcelados en diferentes prisiones del país han sido trasladados hacia el Centro de Confinamiento del Terrorismo (Cecot), una megacárcel que se ha convertido en el epicentro de la batalla contra el crimen organizado en la nación centroamericana.
Cecot
El Cecot, inaugurado a principios de este año, es una instalación de enorme envergadura, con una capacidad para albergar hasta 40 mil reclusos, lo que lo convierte en la prisión más grande de toda América. Este traslado masivo representa un golpe contundente en la estrategia del gobierno salvadoreño para combatir la violencia pandilleril que ha plagado al país durante décadas.
Las prisiones de Izalco, Ciudad Barrios y San Vicente han sido desalojadas de pandilleros para concentrarlos en el Cecot. Estos reclusos, principalmente miembros de la Mara Salvatrucha (MS-13) y Barrio 18, estaban detenidos bajo un régimen de excepción que ha generado controversia debido a las denuncias de detención de “inocentes que sufren” en la cárcel, según organismos de derechos humanos.
El presidente Bukele ha asegurado que en el Cecot, los pandilleros pagarán por los crímenes cometidos contra el pueblo salvadoreño. La megacárcel está diseñada para mantener a los reclusos incomunicados con el exterior, sin posibilidad de salir ni de ordenar crímenes desde su encierro.
Ubicado en Tecoluca, a 74 km al sureste de San Salvador, el Cecot ocupa una extensión considerable de 166 hectáreas. Este complejo penitenciario cuenta con un sistema de seguridad altamente sofisticado, que incluye siete anillos de seguridad, un muro de concreto de 11 metros de altura y 2.1 kilómetros de extensión, coronado por alambradas electrificadas.
Además, se han implementado dispositivos para bloquear las comunicaciones con el exterior, garantizando un aislamiento total de los reclusos. Con un contingente de 250 policías y 600 militares, la vigilancia en el Cecot es constante, asegurando que los pandilleros cumplan sus condenas en condiciones rigurosas, sin acceso a comodidades como colchones o almohadas.
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